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Reseña literaria: Solo nos queda abrir los ojos

SOLO NOS QUEDA ABRIR LOS OJOS

Emily Dickinson es una poeta estadounidense del siglo XIX, que albergó gran parte de su existencia en un recóndito pueblo llamado Amherst. Sus poemas casi no vieron la luz en vida, pero el capricho del tiempo no nos arrebató el privilegio de conocer y disfrutar de su misteriosa y profunda poesía.

Bajo esa premisa, la editorial Alquimia nos presenta una selección de poemas enfocada en la naturaleza y los pájaros titulada Un rumor entre los árboles. Edición bilingüe y parte de la colección Umbrales de memoria, publicada en el pasado mes de enero que contiene 38 poemas divididos en dos partes, cuya cuidadosa traducción o versiones estuvo a cargo de Felipe Reyes y Matthias Molina.

I. La naturaleza es una extraña

Los poemas de esta primera parte, se enfocan en una total atención a la naturaleza, develando fenómenos de ella, que por la velocidad de la ciudad no nos percatamos.

En este sentido, la poesía de Dickinson contiene versos cargados de fascinación hacia el paisaje -su entorno más íntimo-, evidenciando una relación transparente, rozando lo divino, con la flora de su propio lugar:
Para hacer una pradera se toma un trébol
y una abeja,
un trébol, y una abeja,
y fantasía.
Solo la fantasía lo hará
si pocas son las abejas.

Son imágenes de una simpleza mística, cargadas de una voz que avanza a un ritmo pausado y esa sensación -a mi parecer- nos evoca a un paisaje casi invisible e íntimo dentro de nuestro imaginario.
Un lugar que no deja existir, al cual pertenecemos y anhelamos. Es esa liviandad que verso a verso opera, para mantener un estado de plenitud, una atmósfera apacible.

Asimismo, los poemas tienen esa ligera extrañeza que pareciera ser que rompe con ese velo entre lo sensitivo y la razón. La voz de los versos va reduciendo la distancia del paisaje con lo lógico, creando una experiencia hacia lo más sensitivo. “Una briza / una alcaparra en los árboles / -soy una rosa!”. Lo conciso de sus versos aleja lo intelectual para entregarse a lo salvaje, sensorial y armónico, por eso -en mi cuidadosa apreciación- hay poemas en esta parte del libro al tulipán, la lila, el césped o el rocío.

En ese sentido, el mundo que nos muestra Dickinson deshace la idea obvia de mirar nuestro alrededor, para introducirnos a un todo. Es una invitación para detenerse y dar pasos sin prisa.

II. Lejos de la tierra escucho un ave

En la segunda parte de esta obra, existe un mayor y específico interés en la contemplación hacia las aves. Se presentan poemas con una cadencia amena dirigida a la observación. Son versos que colindan con la sorpresa y la gratitud. Bajo ese alero, la fauna del paisaje es el recurso poético principal, que da cabida a reflexiones implícitas de cómo funciona la “vida moderna”.

Oír a un Oriol cantar
quizás sea algo común
o solo sea divino.

Estas apreciaciones señalan o crean nuevos espacios de un mundo repleto de detalles. Así el ritmo de su escritura en esta segunda parte nos acerca a un estado de consciencia a la fauna de la poeta. “Divide la alondra y encontrarás la música, / bulbo tras bulbo en planta enrollada / entregada de a poco las mañanas de verano”. Estos versos evidencian una lucidez categórica en la observación, abriendo paso a las distracciones del cotidiano. Hay cierta actitud de recolectar sonidos, imágenes y sensaciones de su entorno más íntimo. Como los chincoles en Santiago y las flores amarillas.

En verano las robinias tiñen de amarillo el suelo

Un rumor entre los árboles es un libro que nos presenta lo esencial de la poesía de Emily Dickinson mediante una selección novedosa y brillante. Creando un acercamiento mucho más liviano para quienes se interesen en conocer de esta poeta.
Es un libro mágico que nos pone en el límite de lo mundano y divino como si fuera un rumor de la naturaleza.

Especial agradecimiento por colaborar con el libro de Emily Dickinson a Editorial Alquimia, que amablemente cedió un ejemplar a la sección de Arte y Cultura TomateRojo.cl.

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Humin Bucaz

Poeta. Editor de arte y medioambiente.

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