El 10 de diciembre, el Programa de las Naciones para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció los ganadores del premio Campeones de la Tierra. Seis fueron los galardonados -entre ellos una mujer indígena-, en un reconocimiento que se entrega desde el 2005.
“Los Campeones fueron elegidos por su impacto transformador en el medio ambiente y su liderazgo para instar una acción audaz y decidida en favor del planeta y sus habitantes”, señala el PNUMA en un comunicado. Debido a la pandemia del coronavirus, los ganadores fueron dados a conocer de forma online.
A continuación, las y los seis Campeones de la Tierra:
Frank Bainimarama (Fiji)
El primer ministro de Fiji (país insular de Oceanía), Frank Bainimarama, fue galardonado en la categoría Liderazgo Político por sus “medidas audaces y decisivas” para llamar la atención sobre el cambio climático. Bajo su mandato, Fiji fue el primer país en ratificar el Acuerdo de París. La nación también está siguiendo una estrategia para alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050.
Bainimarama ha sido un destacado protector de los océanos. Cuando presidió la COP23 (realizada en Alemania por razones prácticas) en el año 2017, exhortó a los asistentes a considerar la importancia de un océano saludable.
“La ciencia es muy clara sobre las consecuencias de un aumento de la temperatura global de 3°C y no podemos permitir que eso suceda. Si no se hace nada pronto, la supervivencia humana se verá amenazada. No podemos darnos el lujo de arriesgarnos” señaló el primer ministro de Fiji.
Robert D. Bullard (EE.UU)
El premio de Campeones de la Tierra entregado al sociólogo Robert D. Bullard es un reconocimiento a su trayectoria.
Conocido como el “padre de la justicia ambiental”, su interés por la materia comenzó en 1978. Ese año, su esposa, la abogada Linda McKeever Bullard, le dijo que estaba demandando al estado de Texas, Estados Unidos. ¿La razón? Una empresa de eliminación de desechos intentaba colocar un vertedero en medio de una comunidad negra de clase media en Houston. Linda necesitaba pruebas para respaldar una orden de restricción, por lo mismo solicitó la ayuda de su esposo.
Fue entonces que Robert, junto a seis estudiantes de posgrado, inició un “estudio de parabrisas” etnográfico para detectar vecindarios, residentes e industrias contaminantes. El resultado fue esclarecedor. En la ciudad de Houston (donde uno de cada cuatro residentes era negro) más del 80% de la basura se desechaba en comunidades negras.
A pesar de que perdieron la demanda, Bullard no ha dejado de apuntar contra el “racismo ambiental”. Actualmente ha publicado 18 libros que abordan el desarrollo sostenible, uso de la tierra urbana, la ubicación de instalaciones industriales, la reinversión comunitaria, entre otros variados temas.
Fabian Leendertz (Alemania)
El veterinario alemán Fabian Leendertz fue galardonado como uno de los Campeones de la Tierra en la categoría Ciencia e Innovación. El premio fue entregado por sus descubrimientos en zoonótica (enfermedades transmisibles entre animales y seres humanos).
“Leendertz ha dirigido investigaciones pioneras sobre patógenos como el ántrax y el ébola, explorando cómo los contagios saltan entre animales y humanos. Dirigió un grupo de investigadores que rastreó un brote de ébola en 2014 hasta un solo árbol lleno de murciélagos en Guinea”, indica el Programa de las Naciones para el Medio Ambiente.
En la actualidad dirige el laboratorio Leendertz, en el Instituto Robert Koch, ubicado en Berlín, Alemania. El equipo de Fabian investiga las fuentes y reservorios de microorganismos en primates salvajes y otros animales, y su transmisión entre especies.
Mindy Lubber (EE.UU.)
La estadounidense Mindy Lubber fue ganadora en la categoría Visión Emprendedora.
Desde el 2003, Lubber dirige la organización sin fines de lucro Ceres. Ceres trabaja con 198 inversionistas y más de 120 empresas para abordar desafío sobre sostenibilidad, incluidos el cambio climático y la escasez y contaminación del agua.
El fin de la organización es impulsar inversiones que se alineen con las metas del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “Para lograr un progreso real contra el cambio climático, el Acuerdo de París y la agenda de los ODS deben ser parte del imperativo de los negocios, no algo a lo que enfrentarse y luchar”, dice Lubber.
Nemonte Nenquimo (Ecuador)
Nemonte Nenquimo es una mujer waoraní (pueblo indígena que hasta la década de 1950 vivían aislados en la selva tropical ecuatoriana) empecinada en la defensa ambiental. Su labor la llevó a ser premiada en la categoría Inspiración y Acción.
Entre las acciones impulsadas por Nenquimo está la formación de la Alianza Ceibo en el 2015. La organización está conformada por cuatro naciones de la Amazonía ecuatoriana (Siona, A’i Kofan, Siekopai y Waorani) y se dedica a defender sus comunidad y territorios de intereses extractivistas.
Pero la iniciativa de Nenquimo que causó mayor repercusión internacional vino años después. En el 2019, Nemonte, junto a la comunidad waoraní ganaron una histórica disputa judicial en contra de Ecuador. En mayo, un tribunal de la provincia de Pastaza, en donde habita la mayoría de waoranís, ordenó detener la licitación de un campo de petróleo. Resulta que la consulta previa realizada por el gobierno -en 2012- contenía serias irregularidades.
El área en licitación, llamado “Bloque 22”, contenía cerca de 200 mil hectáreas. El 16% del sector, además, coincide con el territorio de 16 comunidades indígenas.
Este 2020, la activista también fue galardonada con el Premio Goldman (conocido como el “Nobel del medioambiente”) y fue incluida dentro de las 100 personas más influyentes del año en la revista Time.
Yacouba Sawadogo (Burkina Faso)
Al igual que Nemonte Nenquimo, Yacouba Sawadogo fue galardonado en la categoría Inspiración y Acción. No podía ser para menos. Y es que en Burkina Faso, a Sawadogo lo conocen como “el hombre que detuvo el desierto”.
En la década de 1980, Burkina Faso (país ubicado en África Occidental) presenció un declive en la calidad del suelo y en la producción agrícola en los campos. “La gente se estaba yendo y los animales y los árboles estaban muriendo”, recuerda uno de los Campeones de la Tierra, quien vive en una región semirrural emplazada al norte de la capital, Uagadugú.
“Entonces, tuvimos que buscar una nueva forma de cultivar porque toda la buena tierra estaba desapareciendo, y si nos quedábamos aquí sin hacer nada, nuestra vida estaba en riesgo”, señala Sawadogo al PNUMA.
Frente al deprimente escenario, Yacouba introdujo una técnica agrícola llamada Zaï. A diferencia del método tradicional empleado en Burkina Faso, con Zaï la tierra se prepara mucho antes de que inicie la temporada de lluvias.
Específicamente, los agricultores excavan pequeños pozos en suelos degradados. En los pozos, adosados de piedras para ayudar a la retención del agua, agregan material orgánico, como abono. “Tan pronto como comienza la lluvia, se plantan semillas en los pozos, que recolectan y concentran el agua en la planta, reduciendo el estrés hídrico”, indica el PNUMA.
El método Zaï arrojó cuentas alegres. El suelo mejoró junto al rendimiento de sus cultivos. Cuatro décadas después del suceso, Sawadogo ha creado un bosque de 40 hectáreas en su territorio, con más de 60 especies de arbustos y árboles. Según Yacouba, el 95% de los agricultores de Burkina Faso emplea el Zaï, técnica que se ha ido expandiendo a países vecinos.