La destrucción del medio ambiente puede hacer que las pandemias sean más probables y menos manejables. Según sugiere un estudio realizado por la Universidad del Oeste de Inglaterra y los Laboratorios de Investigación de Greenpeace en la Universidad de Exeter (Reino Unido), los riesgos de enfermedad están “interrelacionados” con la biodiversidad, ecosistemas y los procesos naturales como el ciclo del agua.
Dicho estudio llega a la conclusión de que es fundamental prevenir la aparición de nuevas pandemias. Para lo anterior, el mantener los ecosistemas intactos y en pleno funcionamiento posee un rol fundamental. También el entender las complejas relaciones entre la sociedad y el medio ambiente; comprendiendo sus beneficios ambientales y sanitarios asociados.
Es que la pérdida de esos beneficios por la degradación de los ecosistemas agrava aún más el problema al socavar el agua y otros recursos esenciales para reducir la transmisión de enfermedades y mitigar el impacto de las nuevas enfermedades infecciosas.
Pero, ¿cómo se degradan los ecosistemas?
Esto ocurre por procesos extractivistas como la deforestación, el cambio de uso de la tierra y la intensificación de la agricultura.
“Los ecosistemas restringen de forma natural la transferencia de enfermedades de los animales a los seres humanos. Pero este servicio disminuye a medida que los ecosistemas se degradan. Al mismo tiempo, la degradación de los ecosistemas socava la seguridad del agua; limitando la disponibilidad de agua adecuada para la buena higiene de las manos; el saneamiento, y el tratamiento de las enfermedades”, explica Mark Everard, autor principal del trabajo, que se publicó en la revista ‘Environmental Science & Policy’.
“El riesgo de enfermedades no puede disociarse de la conservación de los ecosistemas y la seguridad de los recursos naturales”, agrega.
En tanto, otro de los responsables del trabajo, David Santillo, añade que “la rapidez y la escala con que se han adoptado medidas radicales en tantos países para limitar los riesgos sanitarios y financieros de COVID-19 demuestran que también sería posible un cambio sistémico radical para hacer frente a otras amenazas existenciales mundiales, como la emergencia climática y el colapso de la biodiversidad, siempre que exista la voluntad política de hacerlo”.
Los investigadores dicen que la lección de la pandemia de COVID-19 es que las sociedades de todo el mundo necesitan “reconstruir mejor”, lo que incluye la protección y la restauración de los ecosistemas dañados (en consonancia con los objetivos del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030) manteniendo los numerosos valores de la naturaleza y los derechos humanos en la primera línea de la formulación de políticas ambientales y económicas.
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