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Glofish: el pez transgénico que amenaza a la fauna autóctona en los ríos de Brasil

Uno de los últimos problemas para los ecosistemas de los ríos de Brasil mide entre cuatro y cinco centímetros. Tiene franjas que en la oscuridad brillan como luces de neón y nació como una inofensiva mascota de acuario: se trata de los peces cebra (Danio rerio) de la marca GloFish.

Fue el primer animal transgénico en venderse como mascota. Un pez cebra alterado genéticamente mediante proteínas de medusa o anémona para poder brillar en la luz negra. 

¿Cómo se creó el Glofish?

¿Por qué intervenir genéticamente a una especie? Los orígenes se remontan a 1999. Por aquella época, Investigadores de la Universidad de Singapur buscaban identificar la contaminación del agua a través del cambio de pigmentación de los peces. Para ello introdujeron un gen fluorescente en el genoma del pez cebra. ¿Resultado? El Glofish.

Años después la empresa Yorktown Technologies vio una oportunidad de negocios en esta especie transgénica, pues los peces brillantes serían “más atractivos” para los compradores.

Y en 2003 se comenzó a comercializar la marca Glofish en el mercado de Estados Unidos. Inmediatamente este animal llamó la atención de asociaciones y ecologistas que hasta la fecha buscan detener su venta.

La amenaza del Glofish en Brasil

Pero los peces dejaron los cuadriláteros de paredes de vidrio de las casas y ahora se están adaptando fácilmente a los tropicales riachuelos de Brasil.

Los científicos ven el fenómeno con susto: no es normal que un animal transgénico se adapte de forma tan rápida a la naturaleza. “Es un tema serio”, decía recientemente a la revista Science el biólogo de la Universidad Federal de Paraná (sur de Brasil) Jean Vitule.

La principal preocupación es que los genes que aportan la fluorescencia se trasladen a los peces nativos, lo que les haría más visibles a los depredadores

Un estudio reciente publicado en Studies on Neotropical Fauna and Environment y reproducido en la revista Science asegura que en Brasil estos peces tienen pocos depredadores naturales, y que además alcanzan la madurez sexual antes que sus antepasados asiáticos, y se reproducen todo el año.

Liberación: fruto de un accidente

El problema se remonta a 2014, cuando los peces cebra se detectaron por primera vez en estado salvaje en la región de Tampa, en Florida (EEUU). En Brasil los avistó al año siguiente por primera vez el biólogo de la Universidad Federal de São João del-Rei André Magalhães.

En su opinión, según recoge Science, los peces cebra ya campan a sus anchas en Brasil por culpa de un accidente. Aparecieron por primera vez en arroyos cercanos al centro de acuicultura ornamental más grande de Latinoamérica, en la ciudad de Muriaé, en el estado de Minas Gerais (sureste). Seguramente escaparon de alguno de los 4.500 tanques del centro, que liberan agua en los ríos de alrededor.

A lo largo de dos años, este biólogo y su equipo investigaron cinco ríos en tres ciudades diferentes, y los peces cebra ya estaban asentados en todos ellos. Entre los descubrimientos destaca que los peces tienen una alimentación de lo más equilibrada, formada por zooplancton, algas e insectos nativos.

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Una conquista rápida

Desde Muriaé los bancos de peces se fueron desplazando poco a poco por la cuenca del río Paraíba do Sul, que baña los estados más poblados de Brasil: São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro, en la región noreste. Esta zona también es una de las más ricas en biodiversidad del país, gracias al bioma de la Mata Atlántica, el tipo de selva tropical más amenazado de Brasil.

A las continuas amenazas por la presión población (sólo queda un 12 por ciento de su cubierta vegetal original) se suma ahora la amenaza de las especies exóticas en los ríos. Los especialistas creen que la conquista de los peces “glofish” no ha hecho más que empezar. A la larga podrían ser fuertes competidores de las especies autóctonas, poniéndolas en peligro: “Aún están en las primeras etapas de la invasión, con potencial para continuar”, asegura Magalhães.

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