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El Amaranto: de matar a Monsanto a superalimento de la agroindustria

Las páginas web extranjeras que difunden información relacionada a salud y alimentación en Chile, frecuentemente atribuyen (sin tener respaldo científico) propiedades mágicas a sólo un alimento -el superalimento de moda- sin prestar atención a la dieta global de la biocultura que éste forma parte.

El problema con esa concepción compartimentalizada es que hace perder de vista las dimensiones de complementariedad, biodiversidad y equilibrio de los alimentos que han compuesto la alimentación tradicional de las comunidades de Abya Yala. Los pueblos originarios, otrora libres de colonización, podían vivir bien y en equilibrio con los agroecosistemas que les otorgaban autonomía alimentaria y por ende, nutrición adecuada y salud.

El amaranto y todos los alimentos de un territorio son esenciales para la vida y la reproducción sociocultural. Sin embargo, las nociones fragmentadas y dudosas acerca de sus propiedades saludables no tienen por objetivo más que transformarlo en una mercancía apetecible en el mercado. Siempre ávido de aumentar la oferta y fomentar el consumo.

Es así como, después de conocer sus supuestas maravillas funcionales, nadie se va a sorprender cuando -en lugar de llegar a nuestras mesas o servir como arma ecoterrorista para arruinar cultivos transgénicos- se transforme en el nuevo monocultivo estrella que hará honor al título de Chile potencia alimentaria.

El concepto pseudocientífico de “superalimento” tampoco está lejos de ser otro microaliado para justificar extensos monocultivos y el subsecuente acaparamiento de tierras que el agronegocio viene ejerciendo desde la crisis financiera y alimentaria de 2008. Primero fueron los berries, la palta, y pronto el maqui; algunas de las especies explotadas bajo la técnica del agroextractivismo masivo que seca, contamina suelos, aire, y de paso deteriora la función cognitiva de las niñas y niños que habitan las zonas rurales fumigadas.

Nada diferente a lo ocurrido tiempo atrás con otra promesa de la ciencia y la tecnología: las semillas mejoradas hiperproductivas de la Revolución Verde que servirían para erradicar el hambre en el mundo. Pero ¿no eran los “super-alimentos” “super-saludables” y “super-nutritivos”?. Las consecuencias hasta ahora vistas dejan en evidencia que la ciencia y pseudociencia al servicio del capital sólo les interesa tener el control discursivo de las masas, no su buena nutrición y salud.

Pero no ocurrirá con el amaranto; ni sus pregonadas super propiedades mágicas impedirán que los territorios se organicen y lo hagan circular libremente en intercambios de semillas autogestionados. Junto con las papas, el maíz, los ríos, bosques, peces y todos los seres vivos que componen los ecosistemas seguirán perteneciendo a la vida y a lxs que la defienden. Los individuos y colectivos críticos de las problemáticas socioambientales que nos afectan estamos conscientes del constante intento de apropiación que ejerce el capital sobre los bienes comunes, por lo que seguiremos a paso firme en nuestra lucha por agua, tierra, mar, culturas y semillas libres para la soberanía alimentaria y el Buen Vivir de los pueblos.

*Columna escrita por Carolina Agurto Flores, nutricionista ecologista.

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Ignacio Pascual

En permanente formación. Salí cargadito hacia la entrevista y versos escondidos en libretas. Me debo a aquellos que se dan el tiempo de conversar y así he aprendido que el cultivo de la tierra y la mente se fortalecen con la diversidad.

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