El destacado pedagogo y escritor Erik Araneda nos envió una columna de opinión para Voces en la Lucha:
Hace décadas Chile no se encontraba de frente a la posibilidad de un retroceso abismal en materia de derechos sociales y sus instrumentos jurídico para implementarlos.
Y no nos debería sorprender la extenuante batalla que hemos llevado para lograr que la oligarquía anclada mediante la política partidista en el poder, soltara los mínimos derechos sociales que hemos logrado con desobediencia civil en una democracia que rebrotó herida después de la dictadura y no ha terminado de agonizar.
Pues entre estos derechos hay uno que es el centro del tablero en esta partida, me refiero a la educación.
Educación ad portas del abismo
Desde hace décadas la educación ha sido la piedra angular de gobiernos de distintos colores políticos, que la han intentado colorear en diversos tonos; desde algunos más cercanos a un derecho social, a otros más oscuros y cercanos a la privatización.
Entre esa vorágine de colores, la derecha conservadora en Chile cree que pone la mirada en la igualdad de oportunidades. Pero más bien es una incoherente concepción de la sociedad. Una concepción como triunfo de los más fuertes. Y se olvidan, o más bien desvían la mirada, ante las posibilidades de la escuela como medio de alcanzar la igualdad social.
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Durante décadas, danzando sones capitalistas ejecutados por la oligarquía, se ha querido convertir a la educación en una mera fuente proveedora de mano de obra cualificada para aportar a la productividad. Sin embargo chilenos y chilenas conscientes, a través de la protesta social, han denunciado una y otra vez este deseo imperioso de ciertos sectores, cuya mirada economicista quiere instrumentalizar aún más la educación a conveniencia de poderes fácticos solapadamente presentes.
Y este deseo imperioso se concreta con el peligroso retroceso propuesto por el candidato a la presidencia de Chile José Antonio Kast en su programa de gobierno, que desde la nefasta derogación del decreto 170 que conlleva la ausencia de financiamiento para que docentes diferenciales colaboren con docentes regulares en el diseño, implementación y evaluación de experiencias de aprendizaje diversificadas; y en su lugar optar por el desvío de recursos estatales hacia entes externas a la escuela (un retroceso de 30 años en el campo de la educación especial en los establecimientos educacionales); hasta la eliminación de la reforma educacional actual y la definición de valores por parte del Estado, que en otras palabras busca no solo privatizar aún más la educación, sino también darle moral conservadora.
Debido a esta amenaza es también necesario detallar algunos puntos sobre el desalojo de la educación pública ocurrido durante décadas producto de políticas educacionales implementadas en dictadura.
El desalojo de la educación pública
En el año 1981 el 78% de la matrícula se concentraba en escuelas públicas, de esta manera en Chile se planteaba un sistema educativo con un fuerte pilar público y en menor medida un complemento privado, situación que se da hoy en día en gran parte de los países de la OCDE.
Pero progresivamente desde el año 1981, la matrícula municipal sufrió una caída hasta representar el 57,8% del total en 1990. Por tanto a esa fecha Chile poseía un sistema educacional mixto con preponderancia pública.
En el año 2008, por primera vez en la historia de Chile, el porcentaje de matrículas en los establecimientos particulares subvencionados es más alta que los municipales. Lo que demuestra empíricamente que las políticas educacionales derivadas de la municipalización y privatización por medio de la subvención del Estado a la educación particular subvencionada desencadenan que el modelo educativo chileno se convierta en un sistema privado con un complemento público.
A esto es necesario agregar que ocurrió una disminución de 626 escuelas municipales y un aumento de 2.901 escuelas particulares subvencionadas, entre los años 1992 y 2010.
Desde estas cifras muy bien expuesta en el estudio El desalojo de la educación pública de Fundación Sol (2011), podemos inferir el cómo progresivamente se acercó la educación chilena al paradigma economicista que durante años la ha dejado como uno de los sistemas educativos más desiguales, segregadores y con poca calidad, de Latinoamérica.
Conclusiones al cierre
Con lo expuesto debemos tener claro que no existe sistema en el mundo que haya mejorado con las políticas educativas que propone Kast en su programa de gobierno, y en esto hay que ser tajante.
Por ejemplo, la prueba Pisa de la Ocde (estudio comparativo de evaluación de los resultados de los sistemas educativos, coordinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), demuestra que casi todos los países con sistemas exitosos, como Canadá, Corea y Finlandia, tienen sistemas de educación públicos fuertes; donde el dinero estatal se gasta donde más se necesita.
Encarecidamente se deben perfeccionar las reformas logradas mediante movilizaciones de actores de la educación (estudiantes, profesores y profesoras, asistentes de la educación) para despojar de la educación la visión economicista y lograr una verdaderamente libertaria; una educación que se base en la ayuda mutua, para estimular y aceptar la diversidad y la creatividad de cada persona y no enmendarlas con ideas retrogradas que no han hecho más que perjudicar a millones de niños y niñas durante la historia.
La educación por sobre todo, debe ser tratada como un derecho social. Y durante este proceso de transición, de un sistema economicista a uno verdaderamente integral y libertario, el Estado debe ser responsable y garante hasta que todo esté bien encaminado.
Despertar del letargo irreflexivo es lo debido para no caer otra vez en el abismo. La educación pública es y será siempre el centro del tablero y es imperativo no ceder en su defensa.
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