Tras el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), se ha dejado en evidencia, una vez más, que ningún país ha estado a la altura del desafío planteado, donde eliminar el uso de combustibles fósiles es una urgencia.
“Algunos líderes gubernamentales y empresariales dicen una cosa, pero hacen otra. Están mintiendo.” comentó António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas en reacción al último informe del IPCC. “Los activistas climáticos a veces son representados como radicales peligrosos, pero los radicales verdaderamente peligrosos son los países que aumentan la producción de combustibles fósiles” sentenció en otra ocasión.
“Es ahora o nunca, si queremos limitar el calentamiento global a 1,5 °C”, ha dicho Jim Skea, copresidente del tercer grupo de trabajo del IPCC que ha elaborado esta parte del informe.
Una historia ignorada
Desde la creación del IPCC, además de 6 informes de evaluación sobre el clima, también se ha emitido casi la mitad de las emisiones de carbono desde 1850, incluso con las ya 26 Conferencias de las Partes (COPs) realizadas anualmente. Estas cifras sólo revelan la espantosa verdad: la crisis climática nunca ha estado en el centro del debate político.
El informe especial de 2018 de “Calentamiento Global de 1.5°C” encendió alarmas al demostrar que la sociedad no se puede permitir llegar a 2°C de calentamiento, el primer objetivo del Acuerdo de París, sino que debe limitarse a 1.5° grados, meta que a duras penas sigue viva hoy. Lo mismo pasó con la primera parte del Sexto Informe del IPCC, centrado en la ciencia del clima, y publicado en Agosto de 2021, donde se afirma, entre otras cosas, repetidamente que la influencia humana en el sistema climático es “inequívoca” (algo inusual, pues el IPCC tiende a usar un lenguaje mucho más formal y conservador), mostrando datos duros y dando cátedras a quienes niegan la crisis climática.
Sin embargo, ambos fueron casi tomados como algo pasajero para la sociedad y los políticos. Peor fue el caso de la segunda parte del informe, publicada a finales de Febrero (tras la falta de avances en la COP26), centrada en las impactos, vulnerabilidades y adaptación, donde se reafirma que la crisis climática ya está matando personas, destruyendo la naturaleza y aumentando la pobreza y desigualdad, sobre todo en los países en desarrollo, y explicando las medidas de adaptación a la crisis. Esta parte del informe fue prácticamente opacada e ignorada por la coincidente invasión de Rusia en Ucrania.
La Tercera Parte, la ruta trazada
En el caso de la tercera y última parte del informe, publicado el 4 de abril, la reacción de la sociedad y políticos no ha sido muy diferente, pese a casi trazar la ruta a seguir para evitar las peores consecuencias de la crisis climática. El informe, centrado en la mitigación del cambio climático, habla de la urgencia de reducir las emisiones mirando hacia el cero total y eliminar el uso de combustibles fósiles. Los puntos clave de este informe son:
- Las emisiones de CO2 deben reducirse un 43% para el año 2030 y llegar a cero para 2050, y además las emisiones no pueden seguir aumentando desde 2025 si es que se quiere tener la oportunidad de no sobrepasar los 1.5 grados. También, se habla del gas metano, el cual debe reducirse un tercio en esta década.
- El uso de carbón, petróleo y gas debe reducirse drásticamente hasta casi eliminarlos, adquiriendo energías limpias, aumentando la eficiencia energética y el transporte libre de emisiones.
- Es necesario adoptar dietas más sustentables y sostenibles, principalmente basadas en plantas, tomando como ventaja el uso de suelo para absorber emisiones, aunque sabiendo que su almacenamiento tiene un límite.
- En el lado optimista se destaca el hecho de cómo ha disminuido el porcentaje de crecimiento de las emisiones anualmente, y el abaratamiento y mayor uso de energías limpias.
- Por primera vez se abre un nuevo escenario, el sobrepasar temporalmente los 1.5 grados pero con los años lograr que la temperatura se estabilice en ese límite.
Este último punto, aunque pueda parecer mejor, expone a la humanidad a un gran riesgo de desatar diversos puntos de inflexión y se basa en confianzas en tecnologías inexistentes hoy en día, y si bien esto no se dice en el informe, es algo que da indicios de ir en esa dirección. Cabe recalcar que siempre ha resonado mucho en las visiones críticas que todos estos datos están basados en escenarios que excluyen todo tipo de retroalimentaciones en el clima, puntos de inflexión en ecosistemas donde no pueden recuperarse o aspectos de equidad, por lo cual en algunos casos pueden no aplicarse a la realidad, la cual podría requerir incluso más ambición.
No hay que olvidar que la ciencia del clima ha intentado en muchas ocasiones ser “suavizada” por líderes gubernamentales y empresariales. Sin duda, un caso relevante fue cuando en octubre del año pasado la BBC reveló documentos filtrados donde grandes países productores de petróleo y carbón, como Arabia Saudita, Japón, Australia, Argentina y Brasil, pedían explícitamente a la ONU que minimice la necesidad de dejar de usar rápidamente los combustibles fósiles. Estos países, coincidentemente, son los que más apoyan la llamada Captura y Almacenamiento de Carbono (CAC), que consiste en capturar carbono y almacenarlo bajo tierra con tecnología aún en desarrollo y probablemente no disponible en el corto o mediano plazo.
Cabe recalcar que nada de la información de estos informes es nueva, ya que solo corresponde a una síntesis de estudios e investigaciones de los últimos 8 años elaboradas y revisadas por expertos alrededor de todo el mundo. Y es precisamente esto uno de los detalles más dolorosos, ya que esta información siempre fue de conocimiento común, que una vez más fue ignorado.
IPCC ¿Qué pasa en Latino América?
Latino América, a pesar de tener una responsabilidad histórica mínima en las emisiones de gases de efecto invernadero, es una de las regiones más afectadas por la crisis climática, cosa que fue señalada en cierta forma en las anteriores partes, manifestándose en sequías, inundaciones, incendios forestales o la subida del nivel mar. Si bien es cierto la región debe procurar reducir y alcanzar el 0 en sus emisiones, especialmente los grandes emisores como Brasil o México, el foco en los países más pequeños, como Chile, debe estar en la adaptación para afrontar las consecuencias de la crisis climática en sus diferentes formas.
En el caso de Chile, la ciencia siempre ha sido clara que, aunque los principales actores en reducir sus emisiones deben ser los países ricos y grandes emisores, finalmente todos deberán de tomar medidas de mitigación y añadir más leña al fuego, principalmente eliminando el uso de combustibles fósiles (como carbón) en, por ejemplo, la generación eléctrica, que, además de contribuir a la crisis climática, generan malas condiciones de salud y vida en general para las comunidades más cercanas.
Por otro lado, el mayor desafío del país y la región en general, es adaptarse a las consecuencias de la crisis climática, siguiendo las rutas de la segunda parte del informe, como la falta de agua, que en el caso de Chile refleja una moneda de dos caras: Por un lado, la evidente sequía que afronta el país por la escasez de lluvias consecuencia de la crisis climática, y por otro lado el acaparamiento de esta ya poca agua disponible por parte de privados para priorizar, especialmente, la industria y el lucro sobre el consumo humano y ecosistémico.
La ciencia es clara en la necesidad de un cambio sistémico y en todos los aspectos de la sociedad. Pero lo cierto es que la ventana para evitar las peores consecuencias de la crisis climática y poder afrontar las que ya se viven, donde esto último es imposible sin lo primero y viceversa, se cierra cada vez más, y si no se toman acciones pronto se cerrará definitivamente. La humanidad siempre ha enfrentado desafíos, pero ninguno de tal índole como la crisis climática y ecológica, y la única forma de abordar esto es detrás de la ciencia, la verdad y las acciones tomadas desde la sociedad hasta la política especialmente.
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