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Luz y frutas

PENICILLIUM ITALICUM

El olor de los limones apresado en el lugar
una capa de hielo, el blanco invierno
los cubre, se tornan verdosos.

El amarillo desaparece con el tiempo
las moscas igual que ángeles merodean
cerca del caos.

El polvo es mancha, la mancha una silueta
y cuando llega la luz, parece un volcán
que se destiñe.

 

LA SIESTA 

El jugo de los duraznos
caía en mi muñeca
esa tarde de domingo.

Era invierno y la nostalgia
de la hora de la siesta
hacía que la madera crujiera.

Los cuescos sangrantes sin equilibrio
en ese plato de pastores y rebaños
se perdían en el azulejo
representando una historia sacerdotal.

¿Quién tendrá el tesoro?

El pisar del segundo piso
rompía la atmósfera y
las flores del durazno en silencio
flotaban en el pozo
aquella luz las guío, hacia la nada.

 

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EN ESE LUGAR

Lo increíble
es ver crecer y caer: una hoja completa de luz
una flor a punto de abrirse
se abre y estalla.

Un cuerpo se asoma
con la entrega de un menonita
el rojo llena el espacio
hasta saciarse

En ese lugar
una montaña se vuelve terruño
y las bestias descienden
por el camino de unos pocos.

El ocaso es nuestra señal
para morder las physalias.

 

PERDERSE

Las ciruelas verdes
eran una tentación y
sin oír a los viejos
las disfrutaba en secreto por el bosque.

El eco de Salmos en la piel
se iban con las cascarás y
las hormigas perdían el rastro.

Que fascinación
aquel árbol tiene limones y rosas
comparten la temporada y
sin tiempo
en los ojos del zorro reverbera
el paisaje anaranjado.

Poemas de Humin Bucaz

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Humin Bucaz

Poeta. Editor de arte y medioambiente.

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