El 13 de abril, en la salida del metro Quinta Normal, nueve familias migrantes esperaban bajo un cielo azul que el reloj marcara las 10:30 de la mañana. No, no se congregaban por el Domingo de Ramos, el inicio de Semana Santa, sino que esperaban la segunda jornada del programa Ecosistemas Migratorios, creado por Organización Migrantas y financiado por Patagonia Chile. Apenas llegaron todos los inscritos, el grupo marchó en dirección al Museo Nacional de Historia Natural, al interior del Parque Quinta Normal.
Por Montserrat Contreras
Los niños y niñas iban y venían por las veredas, hablaban y preguntaban a sus padres sobre lo que harían. Brotaba en ellos la emoción que les deparaba el día. Al llegar a las puertas del imponente y elegante edificio, ni siquiera las madres pudieron controlar su entusiasmo por sumergirse en una nueva aventura. Guardaron rápidamente sus pertenencias, amontonándolas en los pequeños lockers grises del museo. No había tiempo que perder.
Cuando ya estuvieron todos listos, las directoras de Organización Migrantas, Vanessa González y Catalina Bosch, junto a Amalia Valdés, los condujeron hacia la primera sala que visitarían: El origen. En esta se explicaba el inicio del mundo como lo conocemos hoy, mientras que las paredes estaban cubiertas por gigantografías que exponían la tierra en su forma primitiva y caracterizaban las eras por las que había transitado.
Sin embargo, lo primero que los ojos de los visitantes captaron fue un globo terráqueo ubicado en medio de la sala.
De pronto, todos los niños y niñas se acercaron a la gran esfera y señalaron sus países de origen: Cuba, Venezuela, Haití y República Dominicana. Mientras que las madres dibujaron el camino, muchas veces inclemente e inflexible, que los condujo hasta Santiago de Chile. En esta ocasión podrían recorrer nuestro país desde norte a sur desde otra perspectiva: sin miedo ni peligros al acecho.
Aunque se habían dividido en grupos antes de iniciar el recorrido, no tardaron en dispersarse. Cada uno se detenía en lo que más le llamaba la atención. Ya habían avanzado hasta la sección el Norte Grande, en la que se emulaban escenas del paisaje desértico, con su flora y fauna características: flamencos, piuquenes, vicuñas, llamas y taguas gigantes, mimetizados entre arbustos amarillos, secos y ásperos. Y ahí estaban todos admirando las piezas del otro lado del cristal. No faltaron quienes se dieron un cabezazo contra el vidrio impoluto.
Más adelante fue el turno del Norte Chico y su desierto costero. Los visitantes tuvieron la oportunidad de conocer la influencia de la corriente de Humboldt en la caracterización de este territorio. Fueron los zorros, roedores, reptiles y aves los que se llevaron el protagonismo en esta oportunidad. Ahí estaban los niños y niñas, memorizando su apariencia y nombres, con ayuda de sus madres.
Luego, estuvieron insertos en el paisaje del que ahora son parte: la zona central. Aquí pudieron conectarse con el bosque esclerófilo y las aves rapaces de la Región Metropolitana, como el cóndor, búhos, águilas, aguiluchos y lechuzas. Y de pronto, fue el turno de los gatos salvajes. Un diorama contenía la ferocidad de una pareja de pumas entre araucarias bañadas en nieve, ambientado en la región del Bío Bío.
Antes de seguir recorriendo Chile, el grupo hizo una pausa y viajó al pasado, específicamente a la Era Mesozoica. Durante todo el 2025 el MNHN albergará la exposición “Dinosaurios al Sur del Mundo”, a la que en esta ocasión accedieron los participantes de Ecosistemas Migratorios. Los visitantes pudieron observar fósiles reales de cinco dinosaurios chilenos, como el Chilesaurus diegosuarezi, además de reproducciones a escala de aquellos seres que nos antecedieron en el planeta. Ahí mismo, el grupo participó de charlas explicativas sobre la evolución de los dinosaurios y sus descendientes directos: las aves. Los niños hacían y hacían preguntas; la curiosidad desbordaba el inmenso lugar.
Siguiendo con el recorrido por el Chile de hoy, el grupo llegó hasta el sur del país, específicamente al bosque valdiviano con sus bosques, volcanes y pudúes, cuya ternura cautivó a las familias. Rápidamente llegaron a la Zona Austral, donde aprendieron sobre las culturas indígenas que habitaron el extremo sur de Chile: los Chonos, Yámanas y Kawéskar.
Ya cerrando el recorrido, visitaron la exhibición de la Antártica Chilena, que presentaba a las ballenas, elefantes marinos y a los “reyes del continente blanco”: los pingüinos. A estos incluso pudieron “tocarlos” gracias a unos contenedores adosados a la pared, ya casi vacíos, que contenían su plumaje.
Una vez fuera del museo, alrededor de las 13:00 hrs, el grupo fue conducido hacia el interior del parque para finalizar con broche de oro la jornada. Bajo árboles de abeto frondosos, decorados con guirnaldas de colores, apareció Cecilia Mestizo, contadora de cuentos salvadoreña. En un segundo estaban todos sentados en el piso, rodeándola, con los ojos y oídos puestos en ella. Fue entonces que comenzó la lectura de un tierno cuento sobre una solidaria chinchilla, con el que los niños y niñas pudieron aplicar todos los conocimientos adquiridos sobre animales dentro del museo.
Cuando el cuento concluyó, Mestizo pidió que todo el grupo se parara y la acompañaran a jugar en la naturaleza. Primero hicieron una ronda, se tomaron de las manos y dieron vueltas en torno al niño o niña que luego saldría a perseguirlos, a cazarlos. Luego de ese y otros juegos vinculados con el entorno, Cecilia le pidió a todos que abrazaran un árbol del parque, para así conectarse con la tierra y fundirse con el paisaje, pues, al fin y al cabo, todos somos naturaleza.
Trina Pariata, mujer venezolana que acudió junto a su esposo y sus dos hijos de 12 y 16 años, agradeció poder participar de Ecosistemas Migratorios, y compartió una importante conversación con su joven hija.
“Ella me decía: ‘Mamá, me hubiese gustado tanto conocer de Migrantas cuando recién llegamos y no sabíamos nada’. Le dije: ‘lo bueno de conocerlas en este momento es poder recomendarles esto a quienes recién llegan o a quienes tienen tiempo y aún no se animan a vincularse y a conocer. Y por supuesto que sabemos que somos más migrantes, y que no estamos solos”.
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