La actual crisis sanitaria ha afectado fuertemente a todos, muchas trabajadoras y trabajadores se han visto afectados por la actual situación que se vive en el país quedando en el completo desamparo laboral; muchos teniendo que recurrir a seguros de cesantía y viendo cómo poder llevar el sustento a sus hogares. Sabemos que en gran parte, aquellos trabajadores y trabajadoras quedan relegados en el desamparo por no contar con un contrato u otro tipo de protección que les asegure su estadía. Aunque sea por un par de meses. Un gran porcentaje de trabajadores no cuenta con seguros de cesantía ni cobertura de salud. Y es aquí donde entran las trabajadoras sexuales; quienes muchas veces son olvidadas y relegadas.
No podemos omitir que esta crisis las golpea fuertemente. Quienes ejercen el comercio sexual se han visto enfrentadas al completo abandono, sin recibir ningún tipo de ayuda, pues recordemos que en Chile el trabajo sexual no se considera una labor y por ende, no son “beneficiadas” en ninguna medida; quedando al desmedro ellas y sus familias cuando en la realidad muchas se visualizan como el sustento de sus hogares y se han visto imposibilitadas de poder ejercer su trabajo desde que se decretó el Estado de catástrofe, el toque de queda a nivel nacional desde las 22 hrs y la cuarentena total de la Región Metropolitana que hace aún más difícil la labor de poder llevar algo de sustento al hogar.
Una de las recomendaciones a seguir es el “distanciamiento social”, lo que implica estar a más de un metro o dos de otra persona, evitando tocarse, besarse, usando medidas de protección como mascarillas, guantes, lavados de manos constantes, entre otros. Es por este motivo que las trabajadoras sexuales han tenido que buscar otra manera de obtener ingresos por estos días, sumando a la baja de clientes que se ha provocado por todo lo anteriormente mencionado.
Algunas trabajadoras han optado por intentar superar la crisis realizando videollamadas eróticas. Algunas plataformas virtuales que promocionan contenido para adultos, dicen haber tenido un incremento en sus plataformas de nuevos perfiles que buscan ofrecer servicios de venta de fotos y vídeos personalizados. Estos sitios mencionan que esto se ha transformado en una nueva tendencia mundial permitiendo que desde cualquier parte del mundo se pueda acceder a estos servicios.
Podemos evidenciar que también uno de los problemas que surgen es que muchas de las mujeres y disidencias que ejercen el comercio sexual son extranjeras; las cuales quedan aún más desprotegidas al no estar recibiendo ingresos, no teniendo un lugar en donde vivir (ya que muchas aparte de su subsistencia aquí también deben ir en ayuda de sus familias en sus países de procedencia) y no contando con acceso a los servicios de salud, debido a que al no tener contratos muchas no están ligadas a ninguna prestación.
Esta pandemia sólo viene a reforzar la idea de la precaria condición laboral y de desprotección en la que se encuentran las trabajadoras sexuales, pues llevan años peleando por un reconocimiento de sus derechos como trabajadoras porque al no ser un empleo regularizado, quedan al margen de cualquier “beneficio” de un trabajador asalariado, como lo son los seguros de salud, las cotizaciones y los beneficios sociales.
Trabajadoras sexuales y normativa vigente
Dentro de los marcos regulatorios de Chile no existe un delito asociado al ejercicio del trabajo sexual, pero sí el código Sanitario sanciona que el trabajo sexual se realice en cualquier establecimiento o lugar público como un café o un cabaret. También el Estado niega que exista una especie de relación laboral de las trabajadoras sexuales con sus clientes, por tanto no tienen ningún reconocimiento legal. La normativa vigente de salud entrega la posibilidad para que las trabajadoras sexuales puedan someterse a un control voluntario de salud sexual, pero esto queda relegado al que muchas trabajadoras que ejercen este trabajo son extranjeras sin documentación vigente y los establecimientos de salud deben dar cuenta al Estado sobre la condición de residencia en el país de estas trabajadoras.
Podemos evidenciar que la estigmatización social y la desprotección legal y laboral son una carga que pesa el doble en un contexto de confinamiento, en donde la ayuda es casi nula.
Poco y nada se ha dicho de las trabajadoras sexuales en los medios de comunicación o en rrss, la estigmatización social y la desprotección laboral no han sido tema; pues han tenido que ser ellas mismas quienes han desarrollado sus propias estrategias de resistencia y lucha en estos tiempos duros, organizando cajas de resistencias alimentarias para repartir entre ellas y poder alivianar un poco el hambre para sobrellevar la carga pesada de estar sin trabajo y en completa desprotección en un contexto de confinamiento y crisis social.