Alumnos de química de tercero medio participaron del taller dirigido por académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) para la elaboración de un sistema de reutilización de aguas grises domiciliarias, potenciando así sus conocimiento y habilidades para la gestión sostenible del recurso en un contexto de sequía y crisis climática.
Los biofiltros son sistemas que permiten la reutilización de las aguas grises y negras. Las grises son aquellas provenientes de lavamanos, lavaplatos, duchas y lavadoras. Estas aguas representan hasta el 70% de las aguas residuales residenciales y su reutilización -por ejemplo, para riego- puede llegar a reducir entre un 25 a 30 % el consumo de agua potable. De hecho, en Chile esta tecnología ha alcanzado importancia mundial desde los 90 cuando el Dr. José Tohá Castella patentó el Sistema Tohá para el tratamiento de aguas residuales.
Para conseguir la reutilización de las aguas grises, aquellas exentas de excremento, orina y papel higiénico -las que contienen estos elementos son conocidas como aguas negras-, se ponen en un contenedor distintas capas de materiales junto a un cultivo de bacterias que, en conjunto, disminuyen la carga de compuestos químicos potencialmente tóxicos, reducen la cantidad de ácidos grasos y regulan el tanto el pH del agua como su microflora.
En el marco de la realización de los Talleres Medioambientales Liceo Confederación Suiza y UTEM, se desarrolló el pasado martes 6 de noviembre el taller de biofiltro, impartido Luis Pouchucq, profesor asistente del departamento de Biotecnología de la UTEM, ante las y los estudiantes del ramo Profundización en Química del Liceo.
Para Andrea Espinoza, profesora de Química del Liceo que coordinó la implementación del taller, esta instancia fue “un acercamiento real de una tecnología muy básica y que cualquiera de nosotros puede implementar en la escuela, en la casa y en cualquier lugar en el que vivamos y en que estemos utilizando agua, para poder iniciar una valoración del uso de este elemento”.
Por otro lado, para el académico de la UTEM, “la formación de los estudiantes en términos de la sustentabilidad es fundamental para el futuro, pero, también están los servicios ecosistémicos porque al usar bacterias del suelo limpiamos el agua gris y eso nos trae un beneficio económico porque gastamos menos plata en agua, eso es razonable y lo que hay que hacer es difundir esta idea”, comentó Pouchucq.
En la práctica, el biofiltro “tierra de hoja-carbón” construido por las y los estudiantes junto al académico de la UTEM, se compone de un contenedor plástico que se rellena con capas de piedras de cuarzo o grava, arena de mar, carbón vegetal y tierra de hoja; este último elemento es el que contiene los microorganismos que descompondrán la materia orgánica, un recurso local y asequible.
“La ventaja es que este es un filtro biológico, eso lo hace más inocuo para el medio ambiente. Por otro lado, está el plus de que esta tecnología utiliza recursos genéticos locales, no hay bacterias de afuera o lombrices, sino que utilizamos las mismas bacterias del suelo, de la tierra de aquí, que están adaptadas al lugar, entonces es sencillo y de fácil construcción”, complementó el académico de la UTEM.
“Lo vamos a hacer en mi casa, nos sirve”
Entre las 11 y 13 horas en el laboratorio Eloísa Diaz del Liceo Confederación Suiza, las y los estudiantes, junto a profesoras y profesores de otros ramos, estuvieron atentos a las explicaciones del Pouchucq, para luego dar paso a la construcción del biofiltro, el que se puso en funcionamiento y quedó como modelo para otros estudiantes y así replicarlos en sus casas y en el Liceo.
Luz Adasme, estudiante de tercero medio del Confederación Suiza, si bien tenía conocimientos previos sobre los biofiltros y sus aplicaciones – ya que los habían visto en clases con Espinoza- le pareció “bastante interesante y en mi casa lo aplicaremos, es una tecnología que nos sirve. Me gustaría tener más talleres como estos”, dijo entusiasmada la estudiante.
En una línea similar, Pedro Badilla, también estudiante, dijo que le pareció innovador y que “estos temas deberían ser más tratados en las escuelas, debería ser algo estructural. Todos sabemos sobre los efectos del cambio climático, pero un esfuerzo como comunidades para hacer algo al respecto no se ha logrado mucho”, opinó el joven estudiante.
El taller también contó con la presencia de Guillermo Pérez, coordinador comunal del Programa de Educación Ambiental de la Municipalidad de Santiago, quien advirtió que “en 50 años de hablar sobre educación ambiental, hoy hay más contaminación, más autos y estamos más cerca del colapso. Entonces la educación ambiental no son simplemente actividades y talleres, debe ser entendida como un proceso permanente interdisciplinario, que empieza cuando somos niños y termina cuando somos viejos, es un tema de vida que nos interpela a todos y en todo momento”, dijo y destacó el trabajo realizado en el Liceo Confederación Suiza, el que ve se puede replicar en otros establecimientos de la comuna.
Al finalizar, Espinoza adelantó que para el 2023 se harán más talleres relacionados con los cuatro ejes de trabajo del Liceo: género, interculturalidad, DDHH y medioambiente. También hizo un llamado a fundaciones y universidades a acercarse a las comunidades educativas de forma oportuna y coordinada para establecer vínculos permanentes en el tiempo ya que “esto no es hacer por hacer, todo va en una línea de trabajo al interior de los espacios educativos y debemos tener eso presente para hacer programas que perduren en el tiempo”, dijo la profesora.