Cada 10 de enero se celebra el Día Internacional de las Aves. Una fecha que busca recordarle a la humanidad que debe cuidar y proteger a los pájaros del mundo, dejar de interferir con sus hábitats y difundir su conservación a lo largo del globo.
Ninguna persona que haya residido en Chile podría quedar ajena al canto de las aves. “…están cantando embriagados / de la estación más bendita / los tordos de Montegrande /y cantan a otra Lucila…”, versaba Gabriela Mistral en su obra póstuma “Poema de Chile”.
O también Elvira Hernández, quien en “Pájaros desde mi ventana” comparte un fenómeno del que muchas y muchos hemos sido testigos: “No son los treiles / los triles ni los pidenes / los que gritan esta madrugada / son los loros emigrados“.
Milagros Abalo es otro buen ejemplo de la contemplación que resalta en las aves su ir y venir en el inconsciente de las personas: “En la resurrección del tiempo / muertos de la noche fría / me visitan / picaflores al amanecer / dos meses antes de la primavera / con su ojo grande de antepasado / su mano agarrada a la rama / cuántos / quienes son ellos”.
Con todo, y haciendo honor al día dedicado a esta fascinante especie, en Tomate Rojo les compartimos una colaboración inspirada en las tantas aves que cohabitan nuestros alrededores.
Abrí una ventana
En la cima de un alerce
la tenca con su antifaz imita
a pequeños chincoles comiendo migas de pan
me visita una caturra celeste, celeste
igual que el cielo de Los Corralones.
Aquella vez
un colibrí jugueteaba
con las flores del membrillo
y de los cerros desiertos bajaban los peucos
contemplando la inactividad del cotidiano
La bandada de tordos se alimenta de los higos
casi al lado
los jilgueros amarillos y negros pintan el adobe
a los ojos del tiempo y
el tornasol reluce en las pozas de agua.
Aún
me acuerdo de tu sueño
un fénix salía de tu pecho y
tú le diste flores azules
para que comiera
ojalá se quede y que no se vaya
dijiste.
(Humin Bucaz)
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